Una vida pasada, una lección aprendida
Manuel, era mi nombre y soldado, mi oficio. Por el 1494 me
enrolé en una expedición alucinante, que se disponían a hacer, unos hombres,
que para algunos eran herejes, para otros locos y para los restantes,
adelantados a su tiempo.
Yo creí en la promesa de la abundancia que nos esperaba en el
nuevo mundo descubierto, en aquellas lejanas tierras llamadas indias.
Y allí fui, con una de las expediciones, que comandaban algunos
de los navegantes, que la historia se ha encargado de contar.
No quiero decir con quién ni quienes, hice mi viaje, ya que no
sería agradable para sus memorias históricas, y al no poderse defender, ni
rebatir, prefiero no dar nombres, nada más que el mío propio, ya que la
experiencia de vida que me dispongo a contar, es la que vieron mis ojos, y
sintió mi corazón.
Después de un largo y duro viaje, con toda clase de penurias,
arribamos a tierra.
Para llegar a las playas, debíamos utilizar las pequeñas barcas
de remo, ya que debido al gran tamaño del navío, este debía quedar anclado, a
una distancia conveniente para su tamaño, sino podía quedar varado, por la poca
profundidad de las playas.
Nos dirigimos hacia la playa, al llegar a esa hermosa playa, los
nativos nos vigilaban, semi escondidos, en la densa vegetación que florecía,
debido a la calidez del clima.
Desembarcamos y nos dirigimos hacia donde se encontraban los
nativos, y os puedo asegurar que aquellas imágenes, nunca las podré olvidar, no
por hermosas, sino por terribles.
Los hombres hambrientos de todo,
arremetieron contra los indígenas.
A los hombres los pasaban por las espadas, con una fiereza
inusual, ya que estos indígenas defendían a sus mujeres, a las cuales atacaban
los recién llegados hambrientos como he dicho de todo, las violaban y vejaban
una y otra vez.
Eran gritos de dolor, e impotencia, porque lo que estaba
ocurriendo era espantoso.
Clamaban a sus dioses, en sus dialectos, que para nosotros eran
imposibles de entender, fue una autentica barbarie.
De verdad que en la memoria de mi ser inmortal e infinito, que
hasta ahora me han dejado ver-recordar, es la experiencia más angustiosa que
hasta este momento tengo.
Yo esta experiencia la veo ahora como espectador, pero no
quiero decir con esto, que yo como Manuel,
no participara en esa barbarie.
Por ello pido perdón a los seres que compartieron esa etapa.
Sé que era lo programado, para esa expresión de vida, pero visto
ahora, con la perspectiva que me dan, es espeluznante.
De ahí, que si no estamos preparados, para saber de
acontecimientos pasados, no nos dejen ver-recordar según qué, pues nuestro
entender humano, no lo asimilaría, y nos podría llevar a trastornos incluso
mentales.
Como podéis ver, no todo es bello y hermoso ni tampoco malo y
aterrador, experimentamos con toda clase de circunstancias, para así llegar a
conocer y poder comparar sentimientos y aptitudes, e ir puliendo nuestro ser,
para llegar a la plenitud total de sapiencia.
Otra experiencia de vida enriquecedora y aleccionadora, como
todas las demás.
En esta experiencia de vida se me quedó una espina clavada, pues
al volver a la otra forma de vida la espiritual, reviví con toda claridad
lo ocurrido, lo que hicimos, y aunque
era lo programado, como he dicho anteriormente, para esa etapa de vida, no es
menos penoso el rememorarlo, y cuando volvemos a nuestro estado espiritual, lo
revivimos con tanto realismo que tu ser se estremece, porque no solo vuelves a
pasar lo que tú hiciste, sino lo que los demás pasaron a su vez, al sentir lo
que sufrieron en ti mismo, es muy fuerte y a la vez enriquecemos nuestro espíritu,
aprendiendo, para no volver a repetir ese curso que no nos agradó demasiado
hacer, pero que era necesario para nuestro enriquecimiento como seres
inmortales e infinitos.
Os vuelvo a repetir, que debemos ser, somos, como los buenos actores, que una y otra vez
hacen papeles tan diferentes, pues nosotros también, y debemos hacerlos lo
mejor posible, ya que la función de vida, de esa vida, no la repetiremos, pues
siempre son experiencias, actuaciones nuevas, para que nuestro ser, se
enriquezca, y se haga cada vez más grande y sabio, para que cuando baje el
telón por última vez, nos sintamos tan llenos de amor y paz, que nuestros
seres, estallen de alegría.
Espero que así sea, por el bien de todos nosotros.
Pero teniendo muy claro, que aunque este proyectado cada
movimiento que hacemos, también es cierto que nosotros ejerciendo nuestro libre
albedrío, podemos y debemos cambiar lo que no sea adecuado para nosotros y
también para nuestros compañeros de viaje, pues el egoísmo no es aconsejable,
ya que nos lleva a hacer de nuestra experiencia de vida un fortín, donde nos
refugiamos, pensando que los demás nos pueden hacer lo que nosotros hacemos a
los demás, eso no es lo correcto, lo correcto es hacer nuestra experiencia de
vida compartiendo con los demás seres, esa experiencia, a ser posible en armonía
y paz.
Que seamos capaces de convivir, respetarnos, y compartir, pues
somos quienes somos, y eso debe prevalecer sobre todo lo demás.
Espero, deseo, que así sea, porque será tan grato, al llegar al
otro lado de la vida y al repasar, lo vivido, nos sintamos orgullosos por el
trabajo bien hecho, que nuestra felicidad, no tendrá comparación.
Recuerdo escrito por la ahora Inés.
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