jueves, 24 de noviembre de 2016

HISTORIA DE KUAN YIN

Sol Ahimsa
Kuan Yin era hija del rey Miaozhang, este quería que su hija le diera un nieto, pero Kuan Ying vivía en Sartori (estado místico de contemplación divina) y se negó a casarse; por esta razón su padre la encarcelo.
Kuan y Ying utilizo el encarcelamiento para estar más tranquila y permanecer en estado de samadhi (perfecta paz divina) y pidió se le cambie la cárcel por un convento; el rey ordeno a la abadesa le hiciera la vida imposible pero viendo que de ninguna manera podía hacer que su hija abandonara su entrega espiritual ordeno matarla.
Kuan Ying al desencarnar lleno de tanta luz el plano astral que los elementales y devas inferiores del bajo astral no soportaron tanta energía; pidieron al logos (aspecto de dios manifestado) que la devolviera a la encarnación.
El rey se enfermó de odio y resentimiento, y todo su cuerpo se cubrió de dolorosas llagas. Al enterarse Kuan Yin se disfrazó de renunciante, se presentó ante su padre y le dijo que solo podía curarse con el ojo y la mano de un ser santo. Kuan Yin conservo su cuerpo físico en Putuo (sitio en china), y a ese lugar mando el rey a sus sirvientes a que le sacaran el ojo y la mano a un ser santo.
El rey va un día de visita a Putuo. Allí se entera que el ojo y la mano que lo habían sanado eran de su propia hija que estaba viva; tanto amor y compasión le provoco un profundo dolor y se arrepintió hondamente.
Kuan Yin recupero sus miembros y regreso a un plano muy cerca del físico en el etérico, para desde allí seguir ofreciendo a la humanidad su mano de ayuda y su ojo espiritual para que se contemplen las leyes divinas del amor compasivo.
En memoria de Kuan Yin y su sacrificio aún se fabrican en china estatuas de la diosa a las que se les saca la manito para hacerle una petición.

Esta historia nos lleva a realizar un examen de conciencia y a pensar si alguno de nosotros estaría dispuesto a cortarse la mano o sacarse un ojo por compasión hacia otro ser humano. Por supuesto no se van a amputar, sino a dar la mano incondicionalmente para ayudar al prójimo con amor compasivo, y a dar el ojo de la visión divina en comprensión espiritual a todo el mundo.

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